Mendoza
Mendoza es un desierto en altura. La Cordillera de Los Andes moldea su clima debido a que su inmensidad frena el ingreso de posibles frentes húmedos desde el Pacífico. Las lluvias son escasas y concentradas, principalmente en verano debido al ingreso de frentes húmedos desde el sudeste, originados en el Atlántico. La reserva hídrica proviene de las precipitaciones nivales en la Cordillera permitiendo la acumulación de agua en los acuíferos subterráneos y el riego de algunas propiedades a través del deshielo y conducción de agua en ríos que luego se convierten en canales y acequias. Esta reserva hídrica explica la agricultura mendocina donde las escasas precipitaciones en torno a los 300 mm anuales no permiten una agricultura de secano. La región se caracteriza por su baja nubosidad y alta insolación, con cielos casi siempre celestes. Mendoza corresponde a la región de Cuyo, donde la fuerza de la inmigración, principalmente italiana y española, moldeó un desarrollo agrícola vigoroso y recreó con igual énfasis la reproducción de aquel paisaje mediterráneo de viñas y frutales, entre ellos los olivos.
La Ciudad
La ciudad de Mendoza se encuentra en la llanura al este de la cordillera de Los Andes. Fundada en 1561 se trata de una ciudad cosmopolita debido a la gran cantidad de inmigrantes italianos y españoles arribados entre el último cuarto del siglo XIX y el primer cuarto del siglo pasado. Estando enmarcada en un clima árido, la ciudad tiene una excelente forestación con muchos árboles, regados por canales pequeños (acequias) que se ubican junto a casi todas las calles proporcionándoles el agua necesaria. Sus paisajes enmarcados por la cordillera y sus días soleados, la convierten en un destino muy atractivo. La vitivinicultura emerge como la actividad más representativa de la cultura local promoviendo la llegada de muchos visitantes que se alojan en la ciudad y recorren las distintas zonas allegadas donde se encuentran las viñas y bodegas.